NO ERA EL ECO

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Cada tarde se acercaba al mar y tocaba loas inventadas con su zampoña. Le fascinaba cuando el eco se las devolvía, como venidas de muy lejos y más hermosas y refinadas. 

Muy lejos, alguien cada mañana, iba a la playa a tocar trovillas con su ocarina. Era feliz cuando el eco le devolvía su melodía, como muy lejana, más dulce y emocionante. 

No sabían que en el mar no hay eco. Aunque sí unos vientos que atraviesan el océano cada día, arrastrando con ellos los sonidos de las orillas.

Texto seleccionado  en el IV Certamen de Microrrelatos "Mesa de Ocaña" 2018 y en el Certamen de Microrrelatos de Signo Editores 2018

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